Un día ajetreado finalmente llega a su fin, es hora de crear un pequeño espacio de relajación para mí. Como una maquilladora trabajadora, sé bien la importancia de equilibrar el trabajo y el descanso. Cuando cae la noche y dejo atrás el cansancio del día, elijo consolarme con un cóctel refrescante y dulce. Esto no solo es una recompensa por el arduo trabajo, sino también una búsqueda de calidad de vida. En este momento de tranquilidad que es solo mío, puedo dejar de lado temporalmente la presión del trabajo y saborear las bellezas de la vida. Este pequeño sentido de ritual me ha permitido encontrar equilibrio en mi vida ocupada y acumular nueva energía para el trabajo del día siguiente. Todos deberían aprender a reservarse un espacio en medio de la vorágine, disfrutando de su propio tiempo maravilloso.